Humanidades en crisis

Desde distintas posiciones se arguye que las humanidades están en crisis. ¿Y si esa fuese efectivamente su condición?

No se trata, aquí, del sentido de la crisis como recurso de los poderes que fraguan su justificación. A la crisis apelan para esgrimirse como los salvadores. La crisis en el arte, la literatura y la filosofía es su forma de ser, su inestabilidad, su puesta en juego. No es preciso que un Rey de ninguna República decrete su expulsión; ellas traman en secreto su exilio.


«Humano, demasiado humano», decía Nietzsche para cuestionar la necesidad del absoluto. Esto significa pensar las humanidades desde cierto límite de lo humano, apostar por su puesta en riesgo. Ser vulnerado por el otro, ser capaz de prometer, de darse el infinito.

Trashumante apuesta por un pensamiento que se sustente en la tierra, en el humus, sin establecer linderos infranqueables basados en la apropiación, y que cuestione los hábitos del saber en subsunción al poder. Pensamiento nómada que consiste en ir y venir sin fin, cruzando fronteras por los bordes del mundo.

 

 

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